viernes, 4 de febrero de 2011

Al filo de la navaja

Por: Frank Heyer

La temporada de lluvias dura en el área de Puebla casi medio año, desde junio hasta octubre. No todos los días llueve, pero aún sin una descarga torrencial en la tarde, las condiciones de vuelo no son buenas. La ventana para volar, entre las primeras termales decentes y el acercamiento del frente, es demasiado corta para que valga la pena armar y desarmar mi ala delta, tan sólo para ganar doscientos metros de altura e irme al aterrizaje oficial.

Ahora ya vuelo tambien parapente, lo cual alivia bastante las ansias por estar alto y lejos. Anteriormente tuve que descubrir la forma de convivir con los sistemas de cumulonimbus. El secreto es estar cerca del frente, pero no demasiado cerca. Cuánto es eso? Bueno, depende...
Yo me he puesto algunas marcas a ojo de buen cubero: medio metro de lift en la franja donde comienza la chupazón ya es demasiado, me doy media vuelta y huyo a toda velocidad, hasta que el vario apenas suba de cero (no hay problemas de volar rápido, en ésta parte del sistema frontal nunca he encontrado turbulencias,. es más bien una fuerte presión mental, la sensación se compara a lo que cuentan los surfer cuando van derechito con un monstruo de ola de veinte metros pisandoles los talones. Un error y hasta ahí llegaste). Y no permito que mi distancia al suelo exceda los 1500 metros, para tener una sana reserva para casos difíciles.

Aparte de éstos detalles, la cosa es bien sencilla: tomas lo que puedas de altura en las débiles termales que preceden la llegada del frente, porque la vas a necesitar en el lapso breve donde se apaga todo antes de despertarse la chupazón. Éste momento es facil de notar, lo que sube no es una termal con su núcleo de lift y las turbulencias alrededor, sino una ascendencia general y prolongada. Enfílate hacia el valle, hacia el cielo azul, y espera hasta que el vario deje de hacer ruido. Date media vuelta y toma otra probadita de ese sabroso lift. Frecuentemente alza la vista (es algo que los pilotos de ala delta no hacen con tanta frecuencia, se te tuerce el cuello! Hasta las aguilillas se sorprenden si las alcanzas desde ése ángulo muerto), para comprobar que los borrosos algodoncitos grises, que indican condensación extra-rápida, no te han alcanzado. Precisamente el color gris indica que se trata de niebla de gotitas relativamente grande, igual que en la parte inferior de las cúmulus muy activas. Y no permitas que se te acerque el “fleco” del frente, esa es una zona con rotores, como un cilindro acostado girando con rapidéz en el aire. La chupazón va a pasar directo por debajo del fleco, para despues volverse una corriente vertical que alimenta al cúmulo-nimbus. Repítase la operación! El rumbo y el ritmo lo marca el progreso del frente, que después de una o dos horas y a unos 40 km de distancia se disipará detrás de ti. Es hora de buscar un aterrizaje, recuerda que no vas a tener viento cuando llegues a tierra, escoje tu pista con cuidado.

Al Fer y a mi nos gustaba separarnos del cerro mucho antes de la llegada del frente, e irnos a encontrarlo por allá en Cholula, incluso sobre la planta VW, y tomar el aventón aéreo de regreso. Nuevamente la analogía con el surf: nadamos mar adentro al encuentro de la ola, en lugar de esperarla en aguas bajas. Algunas veces ya habíamos bajado a 50 metros sobre el piso, cuando ocurría el milagro: una mano invisible baja del cielo y te eleva, sin esfuerzo alguno. Y si no hay milagro? Pues vas a tener un equipo muy mojado.

Por aquellas épocas yo vivía en un pueblo en las faldas del Popo, a unos diez km del cráter, un lugar bello, muy verde y silencioso, la sala de espera del paraíso. Éste pueblo se ubica casi al sur del Popo, de allí ya se mira hacia Morelos. A caballo, a pie o en mountainbike una región hermosa para pasear. Para volar hacia allá, a unos 35 km desde el despegue de Chalchihuapan, necesito un día de buenas termales y poco viento. O un módico frente, es decir uno que llegue hasta la línea entre Popo y Atlixco, pero no mucho más allá, si no tendría que aterrizar todavía en lluvia. Esas condiciones son mucho más frecuentes de lo esperado, uno de cada tres días con lluvia (bueno, eso era, hoy día las cosas han cambiado, ahora llueve mucho más de noche, y hay más nimbostratus que cúmulo-nimbus). Ya tenía yo alguna rutina en ello. Mi aterrizaje alterno era en El Cristo, en el campo de golf enfrente de la casa de Manolo Ruíz – junto al hoyo 4, no lo puedes confundir - , nomás para verlo ponerse verde de envidia.

Pero la recompensa de volar hasta mi hogar no sólo era un aterrizaje cerca de casa, sino los acercamientos al Popo. Una vez disipado el frente, regresa el cálido y confiable viento del sur. Es el mismo viento que aprovechan los pilotos más allá en Iguala, aire de tierra caliente, seco y limpio. Y es el mismo que trajo al Fer en cinco horas desde Iguala hasta Puebla! Ese viento, bien reforzado por ámplias termales (según las teorías, el aire que sube por las laderas entre Cuautla y Tetela del Volcán se vuelve muy inestable, tánto que desprende espontáneamente termales substanciosas), es capaz de elevar a un ala hasta la cima del Popo.

Subiendo primero por encima de campos llenos de flores, maizales y arbolitos frutales, pasando por el bosque tupido, con sus profundas cañadas y sus entrecruzados riscos, por fin llegando a la gama infinita de colores que reflejan las zonas de los arenales y las venas rocosas que bajan desde el cráter, algunas veces he podido echar una miradita de reojo al interior del cráter, siempre muy atento a no dejarme llevar al rotor; con eso no se juega. La forma de cono del volcán es muy marcada a la luz del atardecer, adelante a mi derecha apenas se distingue el Nevado de Toluca, y atrás a mi izquierda saluda ese seguro compañero, el Pico de Orizaba, ya con leves tonos pastel, a menos que se interponga una de las frecuentes tormentas sobre Tepeaca con sus concentradas granizadas. Enfrente las llanuras de irregulares contornos, bordeadas de pedregosas sierritas. Esa sonrisa no se me quitará hasta muy tarde, despues de la cena, lavando platos de toda la semana.

(Este texto no pretende alentar a algun piloto a intentar volar un frente, los peligros ya son conocidos, las desventajas son serias. Al contrario, recomiendo evitar la cercanía de sistemas cúmulo-nimbus como regla general.Y la zona que describo tiene una orografía singularmente aprovechable para éste tipo de vuelo. Tampoco quiere presumir un nicho de vuelo para alas delta que excluya a los parapentes, ya que no sé si en algún lado no estén haciendo lo mismo y mejor.)

Frank Heyer

Chipilo, 24.09.2007

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